En el 2001 hice mi primer clase de Karate en mi dojo de toda la vida, el Chikara Dojo.
En ese momento tenía 3 años, no tenía conciencia de lo que estaba haciendo, estaba empezando a conocer mi vida, lo que 16 años después me iba a seguir llenando de felicidad como cuando jugaba en el fondo del dojo mientras hacían la clase los danes.
Van pasando los años, aunque cambian los tiempos la base es la misma, sigo entrando al dojo a lo mismo que entraba en el 2001, a tener mi hora, a hacer lo que mas me hace feliz en mi vida, a ganarme un poquito mas a mi mismo, a lo que jugando, sin querer, se convirtió en mi pasión, mi locura, mi gran amor. Me puedo acordar, también, que en esa clase del 2001, estaba enfrente mio mi Sensei, que también tengo el lujo de decir que es mi papá, y seguramente al lado mio (como es costumbre) estaba mi hermano ayudandome, y obviamente, que mi mamá, también estaba ayudandome y cuidandome (ademas de fijarse que me porte bien) jajaj.
En Octubre de 2016 conocí mi sueño de toda la vida, Okinawa, ese lugar tan místico que nos hablan desde que empezamos a practicar, y que casualidad, que en frente mio estaba mi papa y al lado mio estaba mi mama. No son coincidencias, no son casualidades de la vida, es el concepto mas cercano que vi nunca de Dojo.
Todos podemos tener diferentes opiniones de lo que es un Dojo, pero para mi es mi Familia, es ayudarse y apoyarse entre todos, por que sino, como dice un conocido mio, seria solo juntarse a tirar "piñas y patadas". Hay una frase que con los años fue quedando en mi cabeza, y creo que todos los que estamos dentro del dojo la tenemos presente siempre: "Chikara es Familia".
Todo esto se me viene a la cabeza después de encontrarme la foto de la izquierda, hay cosas que no pasan porque sí, pasan porque uno les pone ganas, porque atrás de cada técnica hay un equipo enorme ayudándote todos los días, amigos bancandose el "No puedo, tengo que entrenar", familia en casa viéndote hacer técnicas en tu habitación como un loco, y así mil cosas.
Creo que cada tanto esta bueno ver el camino que uno hizo, este es mi "Do". En estas dos fotos hay 16 años de diferencia y miles de kilómetros de distancia, sin embargo en las dos estoy con Karate-gi y una sonrisa. No creo que sea casualidad.
(Nota publicada en el Facebook de Matías Lemos el 26/02/2017)