Nikko es una
ciudad muy pequeña (muy similar a nuestros pequeños pueblos del interior), rica
en historia y con hermosos e imponentes paisajes. Es conocida también como la
ciudad de los templos y los santuarios y desde hace varios años es Patrimonio
de la Humanidad declarada por la U.N.E.S.C.O.
Allí pudimos
visitar, admirar y recabar informacion sobre el santuario Shinto Toshugu, que
alberga el mausoleo de Tokugawa Ieyasu, primer shogun Tokugawa del Japón. Este Toshogu
fue rodeado de naturaleza y frondosos bosques añejos, que le servían de defensa
y contención, acompañando los poderosos muros típicos de las fortificaciones
medievales de oriente. También visitamos el Mausoleo Taiyuinbyo, el Templo
Rinnoji, con el salón Sanbutsudo y sus estatuas de madera laqueada, el mítico puente
Shinkyo, uno de los más bonitos del país, el Abismo de Kanmangafuchi, donde se
pueden ver estatuas de antiguas deidades, el Jardín Botánico de Nikko, donde se
pueden ver plantas y flores autóctonas de toda la región y la afamada Villa
Imperial Tamozawa, que fue la residencia de la familia Tokugawa, entre otros
templos y edificaciones que componen la montaña sagrada de Nikko.
El Nikko Tōshō-gū fue construido desde 1634 hasta el año 1636,
en los primeros tiempos del período Edo, para Tokugawa Ieyasu después
de su muerte. Su nieto Iemitsu decidió edificar un mausoleo para que
descansara el espíritu de su abuelo. Durante dos años, más de quince mil
artesanos y carpinteros de todo el país trabajaron en la construcción del
mausoleo que contendría las cenizas del shōgun Tokugawa
Ieyasu. El mausoleo es considerado el apogeo del estilo arquitectónico Gongen-zukuri,
característico de los santuarios japoneses de la época.
El lugar fue designado un santuario durante la era Meiji, pero aún conserva elementos budistas, como la pagoda, el depósito de sutras y la puerta Niōmon. Una avenida bordeada por 13 000 cedros (Sugi-Namiki Kaido) lleva a la entrada del recinto, al cual hay que acceder por una torii de granito.
En el primer patio se encuentra la pagoda Gojū-no-tō,
de cinco niveles; donada por un daimyō en 1650 y reconstruida
en 1818 tras un incendio que la consumió tres años antes. La columna central de
la pagoda no parte de los cimientos, sino que cuelga del cuarto nivel y termina
diez centímetros arriba del suelo. Esta estrategia constructiva desplazó el centro
de gravedad del edificio, incrementando su resistencia a vientos y temblores. Cada
planta representa un elemento, tierra, agua, fuego, viento y aire (o vacío), en
orden ascendente. Dentro de la pagoda, cuelga de cadenas un pilar central.
Más adelante, está la puerta Niōmon, flanqueada
por dos estatuas de figuras Niō. La primera, tiene la boca abierta
para pronunciar a, la primera letra del sánscrito; y la
segunda figura tiene la boca cerrada, acabando de pronunciar un, la
última letra. Tras la puerta Niomon está el segundo patio, con el establo
sagrado. En el frente del establo se encuentra el famoso grabado en madera
de los tres monos sabios. Por varias horas todos los días, el establo es
usado para guardar al caballo que el gobierno de Nueva Zelanda regaló
a Nikkō. En esta área también se encuentra una biblioteca de sutras. El patio
está rodeado por los almacenes, y la fuente sagrada construida en 1618,
utilizada para rituales de purificación. A partir de allí, se suben dos
escalinatas hacia la puerta Yōmeimon, que conduce al patio final y
a los santuarios dedicados al shōgun.
Yōmeimon es probablemente la edificación que tiene la decoración más
elegante de todo el conjunto, una de sus columnas de madera está puesta del
revés, para hacerla imperfecta a propósito. Antes de llegar a la puerta Yōmeimon,
se pasa entre las torres del tambor y de la campana, las cuales albergan los
instrumentos que simbolizan al nacimiento y a la muerte. El acceso a los
santuarios del shōgun es a través de la puerta Karamon,
la más pequeña del mausoleo. En los santuarios, hay un grabado atribuido al
artista Hidari Jingorō.