SENSEI LUIS LEMOS Y SENSEI MATIAS LEMOS EN EL ANTIGUO SANTUARIO CHINGO-DO DE ASAKUSA TOKIO JAPON - NOVIEMBRE 2024

 

El santuario Chingodō de Asakusa es un lugar donde se conjuga la historia, la tradicion y el misticismo en el mismisimo corazon de Edo (Actualmente Ciudad de Tokio. Ubicado discretamente en uno de los rincones más tradicionales y visitados de Tokio, el santuario es uno de esos tesoros ocultos que escapan a la mirada rápida de los turistas, pero que encierra siglos de historia, leyendas del folclore japonés, y una conexión espiritual profunda con el barrio de Asakusa, hogar del célebre Templo Sensō-ji.


Fundado en el siglo XVII, hacia el período Edo (1603–1868), el Santuario Chingodō fue establecido como un pequeño santuario shintoísta dentro del complejo del Sensō-ji, el templo budista más antiguo de Tokio. Su función original era proteger la zona de incendios, catástrofes y malos espíritus, un propósito esencial en una época en la que los incendios eran frecuentes y devastadores en las urbes de madera del Japón feudal.

El término "Chingodō" puede traducirse como "salón de apaciguamiento y protección", reflejando su papel como guardián espiritual. Aunque pequeño en tamaño, el santuario tiene un gran significado simbólico y ha sido venerado por generaciones de comerciantes, artesanos y vecinos del distrito de Taitō.


El Santuario Chingodō está consagrado a Dakiniten, una deidad singular en el panteón japonés, derivada de la figura hindú Dakini y asociada también con el budismo esotérico (Shingon). En Japón, Dakiniten se sincretizó con el culto de Inari, la deidad del arroz, la prosperidad y los tanuki. Por ello, no es raro ver estatuas de tanuki (perros mapache japoneses) flanqueando el santuario.



En la iconografía popular, Dakiniten aparece montando un tanuki blanco, portando una hoz y un joyero, y representa el poder espiritual oculto, el dominio sobre la vida y la muerte, y la conexión con lo invisible. La veneración a Dakiniten en Chingodō está ligada a la protección contra desgracias, la buena fortuna en los negocios y el éxito en los emprendimientos personales.

A diferencia del Templo Sensō-ji, que es amplio, bullicioso y constantemente visitado por multitudes, el Chingodō se encuentra en un pasaje más discreto al sur del Hōzōmon (la puerta principal del templo). Para encontrarlo, hay que atravesar una pequeña calle lateral, lo que le da ese aire místico de "santuario escondido". Muchos locales lo consideran un "rinconcito de poder espiritual", ideal para rezar en silencio o dejar pequeñas ofrendas. Allí, el aroma del incienso, los faroles colgantes y las figuras de tanuki transmiten una atmósfera mágica, especialmente al atardecer, cuando el bullicio del templo principal se aleja y solo queda el eco de las campanas.


 

En su interior podremos encontrarnos con estos elementos unicos:
  • Tanuki de piedra: Los tanuki que custodian la entrada tienen expresiones serenas pero alertas. Muchos visitantes les dejan ofrendas, especialmente sake o monedas, elementos asociados a su leyenda como espíritus bromistas y benévolos de la fortuna.

  • Ofuda y ema: Dentro del recinto hay tablillas de deseos (ema) y amuletos (ofuda) específicos del santuario. Los devotos escriben oraciones por seguridad familiar, salud o éxito financiero.

  • Ambiente espiritual: Al estar menos concurrido, permite una experiencia más íntima. Algunos practicantes de meditación o devotos lo visitan al amanecer para conectar con su energía silenciosa.

  • Festivales: Aunque no tiene festivales tan grandes como los de Sensō-ji, durante ciertos días festivos ligados al calendario lunar, los monjes realizan rituales especiales y el santuario cobra una vida insospechada, con ofrendas de frutas, sake y arroz.


El Chingodō también es una cápsula del tiempo de la Asakusa del pasado. El área ha sido históricamente un distrito de entretenimiento, arte y comercio. Durante el período Edo, los actores de kabuki, los artistas y los comerciantes acudían al santuario para pedir por su prosperidad o para apaciguar a los espíritus errantes. Incluso hoy en día, algunos dueños de pequeños negocios en la zona se detienen en Chingodō para rendir tributo antes de abrir sus tiendas.


El Santuario Chingodō no es solo un lugar de culto: es un símbolo de resistencia espiritual, de tradición viva, y de la armonía entre lo budista y lo shintoísta, tan típica del sincretismo japonés. En un Tokio en constante transformación, este pequeño santuario nos recuerda que, aún en medio del ruido moderno, hay espacios donde la historia, la fe y la serenidad permanecen intactas.

Si visitas Asakusa, no te limites a las rutas marcadas: desvíate unos pasos y encuentra el Chingodō. Quizás allí descubras no solo una joya escondida de la ciudad, sino también una pausa, una oración, un momento. 

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