
Este año 2025 nuevamente el Taishinkan Chikara Dojo Argentina llevo a cabo la actividad de capacitacion tecnica denominada Taishinkan Chikara Dojo Yudansha Gashukku 2025 en las costas atlanticas de la Ciudad de Costa del Este.
La delegacion participante estuvo compuesta por Sensei Luis Lemos, Sensei Matias Lemos, el instructor Agustin Mazzoni, y los estudiantes Francisco Gomez, Facundo Reinoso, Cecilia De Cristofalo, Emanuel Carnevale, Axel Grossi, Lucas Benedetti y Gabriel Mugni.
Se realizaron como todos los años, actividades de capacitacion tecnica y resistencia fisica aplicada al Okinawa Karatedo tradicional, junto con actividades sociales tematicas. Ademas, como ya es costumbre en estos tipos de eventos, se cocinaron platos tipicos Argentinos y Japoneses para degustar luego de las intensas practicas tanto diurnas como nocturnas.
En una ciudad tan vertiginosa y futurista como Tokio, el Cementerio de Yanaka (Yanaka Reien) se presenta como un inesperado oasis de paz, memoria y tradición. Este cementerio, ubicado en el histórico distrito de Taito, es mucho más que un lugar de descanso final: es un testigo vivo de la historia de Japón, un espacio de contemplación cargado de belleza estacional, y un punto de encuentro entre el pasado y el presente.
El Cementerio de Yanaka fue fundado oficialmente en 1872, durante la era Meiji, cuando el nuevo gobierno promovió reformas que incluían la separación de templos budistas y cementerios públicos. Sin embargo, el área ya era utilizada desde antes como terreno funerario por el Templo Tennoji, un templo budista que data del siglo XIII. Muchas de las tumbas antiguas, incluso previas a la apertura oficial del cementerio, permanecen allí como silenciosos recordatorios del pasado feudal de Japón.
Durante el período Edo, el barrio de Yanaka ya era conocido por sus templos, calles empedradas y casas tradicionales. Esto ha permitido que la zona conserve una atmósfera “shitamachi” (ciudad baja), característica de los barrios tradicionales de Tokio. El cementerio, por su parte, se convirtió en el lugar de descanso de numerosas figuras ilustres de la historia japonesa, lo que elevó su importancia cultural.
El Cementerio de Yanaka ocupa aproximadamente 10 hectáreas y contiene más de 7,000 tumbas. Pasear por sus senderos sombreados es una experiencia única: los caminos están flanqueados por altos cedros, pinos, arces y cerezos, que en primavera se cubren de flores creando un túnel de sakuras en flor. Este espectáculo natural atrae a visitantes durante la temporada de hanami (observación de flores de cerezo).
Uno de los elementos más característicos del cementerio es su tranquilidad atemporal. A diferencia de muchos otros cementerios del mundo, aquí no hay una atmósfera lúgubre. Al contrario, la gente pasea, toma fotos, dibuja, o simplemente disfruta de la calma. Las tumbas, muchas de ellas familiares y transmitidas por generaciones, están decoradas con ofrendas florales, incienso, figuras de Jizō (el protector de las almas) y pequeños objetos personales.
Tokugawa Yoshinobu (1837–1913): el último shōgun del shogunato Tokugawa. Su tumba está resguardada y no es de acceso libre, pero representa un punto de gran importancia histórica, ya que marca simbólicamente el final del régimen feudal japonés y el inicio de la era moderna.
Ichiyo Higuchi (1872–1896): una célebre escritora japonesa del período Meiji, reconocida por sus obras que retratan la vida de las mujeres pobres en Tokio. Su rostro adorna el billete de 5,000 yenes.
Kobayashi Kiyochika (1847–1915): un artista famoso por sus grabados ukiyo-e y por capturar la transformación de Tokio durante la modernización de la era Meiji.
Yanaka también ha evitado en gran medida la sobre-modernización. En sus alrededores todavía se encuentran calles tradicionales, tiendas de dulces artesanales, galerías de arte, y casas de madera que ofrecen una experiencia auténticamente japonesa. Todo esto contribuye al atractivo del cementerio como un punto turístico alternativo, lejos del bullicio de Shibuya o Shinjuku.
El Cementerio de Yanaka representa un cruce entre la historia y la espiritualidad, entre la belleza natural y la memoria humana. Es un lugar donde el Tokio de siglos pasados todavía respira, donde las figuras más importantes del país descansan entre árboles centenarios, y donde cada visitante encuentra un instante de reflexión. En una ciudad que no deja de mirar al futuro, Yanaka invita a detenerse y mirar hacia atrás, hacia las raíces que sostienen el alma de Japón.
El santuario Chingodō de Asakusa es un lugar donde se conjuga la historia, la tradicion y el misticismo en el mismisimo corazon de Edo (Actualmente Ciudad de Tokio. Ubicado discretamente en uno de los rincones más tradicionales y visitados de Tokio, el santuario es uno de esos tesoros ocultos que escapan a la mirada rápida de los turistas, pero que encierra siglos de historia, leyendas del folclore japonés, y una conexión espiritual profunda con el barrio de Asakusa, hogar del célebre Templo Sensō-ji.
El término "Chingodō" puede traducirse como "salón de apaciguamiento y protección", reflejando su papel como guardián espiritual. Aunque pequeño en tamaño, el santuario tiene un gran significado simbólico y ha sido venerado por generaciones de comerciantes, artesanos y vecinos del distrito de Taitō.
En la iconografía popular, Dakiniten aparece montando un tanuki blanco, portando una hoz y un joyero, y representa el poder espiritual oculto, el dominio sobre la vida y la muerte, y la conexión con lo invisible. La veneración a Dakiniten en Chingodō está ligada a la protección contra desgracias, la buena fortuna en los negocios y el éxito en los emprendimientos personales.
Tanuki de piedra: Los tanuki que custodian la entrada tienen expresiones serenas pero alertas. Muchos visitantes les dejan ofrendas, especialmente sake o monedas, elementos asociados a su leyenda como espíritus bromistas y benévolos de la fortuna.
Ofuda y ema: Dentro del recinto hay tablillas de deseos (ema) y amuletos (ofuda) específicos del santuario. Los devotos escriben oraciones por seguridad familiar, salud o éxito financiero.
Ambiente espiritual: Al estar menos concurrido, permite una experiencia más íntima. Algunos practicantes de meditación o devotos lo visitan al amanecer para conectar con su energía silenciosa.
Festivales: Aunque no tiene festivales tan grandes como los de Sensō-ji, durante ciertos días festivos ligados al calendario lunar, los monjes realizan rituales especiales y el santuario cobra una vida insospechada, con ofrendas de frutas, sake y arroz.
Si visitas Asakusa, no te limites a las rutas marcadas: desvíate unos pasos y encuentra el Chingodō. Quizás allí descubras no solo una joya escondida de la ciudad, sino también una pausa, una oración, un momento.
次回の会議まで